La "típica adolescencia de los 15"

Hoy llegó mi hijo de sus 16 días de vacaciones en la playa, con la familia de un amigo. Mentiría muchísimo si dijese que durante estos días de sus vacaciones, no vacacioné yo también en casa, junto a Verónica.
Me causa un profundo dolor, malestar, sinsabor y mil sensaciones más que no sabría describir, el hecho que no podamos conciliar él y yo. Somos dos mundos tan distintos, pero a la vez tan parecidos¡
El desde sus 15 años, con todo el mundo por descubrir, con sus hormonas a flor de piel, con toda la sangre corriendo por sus venas a borbotones, con su pelo crespo que quiere laciar a pura planchita, con sus 900 demonios que aún no le poseyeron. Yo habiendo transcurrido casi medio siglo, con casi todo el mundo ya descubierto, con mis últimas hormonas reivindicando su derecho a permanecer cumpliendo sus funciones, con la sangre corriendo apacible por mis venas, con mi indecisión entre cortarme el pelo o dejármelo así de largo, con casi todos mis demonios ya exorcizados.
Me retrotraigo a mi adolescencia y por cierto que no tienen punto de comparación. La tecnología, el haber estado en un colegio religioso, el haber vivido una dictadura, poco mas de tres generaciones y media y mil etc. mas nos separan.
Y me desconozco en mi rol de madre con mi hijo, no me encuentro. Quisiera no cuestionarle tantas cosas que le cuestiono; quisiera que él comprendiese todos los miedos que siento porque el mundo de hoy, no es el mismo por el que yo transité a su edad; quisiera dejarle volar lo mas lejos posible, sin pensar en que las alas se le puedan romper o que lo bajen de un hondazo. Quiero sentarme a charlar con él de lo que siente, de lo que siento; de lo que piensa y pienso. Pero estamos en sintonías diferentes, vivimos en mundos para – “lelos” aún cuando estemos en la misma casa. Con su padre en cambio, la relación es estupenda: con él –como padre divorciado que es- comparte fútbol, basquetball, charlan sobre mujeres.
Lo contradictorio de todo esto, es que a su vez lo entiendo tanto. Es decir, comprendo sus inquietudes, sé que no le están pasando cosas muy diferentes a las que me pasaron a mí –salvo que él es varón y yo mujer- a su misma edad. Sentía exactamente como él y le hice pasar a mi vieja, mil sinsabores.
El caso es que no me encuentro lista yo para desempeñarme en éste rol de madre de un adolescente varón de 15 años.
Pero así están planteadas las cosas. Y supongo que el mundo seguirá rodando con un millón de madres que la están pasando, al igual que yo. Mientras tanto me sigo contentando con la respuesta de mi madre, tías, amig@s y resto del mundo: “es la típica adolescencia de los 15”.