BIENVENIDA

sábado, 22 de noviembre de 2008

Té entre amigas.

Ayer he tenido la visita de Adela en casa, con sus cansados pero estupendos 82 años. De tanto en tanto nos reunimos “a tomar el té”, aunque en realidad ambas sabemos que es una mera excusa para que me vuelva a contar de su melancolía por su novio que murió hace seis años -12 menos que ella, eh?- y yo le comente que el pobre prefirió irse de este mundo a descansar un poco al otro, porque ya estaba que las ojeras le llegaban al pecho ante las exigencias de semejante “Moria”. Murió de un paro respiratorio –de los pocos “paros” por los que podría haberse muerto, ya que respecto a otros órganos, hacía tiempo se había dado a la huelga de miembros caídos- y ella se ríe a carcajadas, al menos borra un poco esa mirada triste con la que llega. Luego me pregunta si le vendría bien un liffting, ¿qué opinás, nena?; será difícil que desaparezcan estas manchas en las manos?. Y me enternece su coquetería. Ya le tengo prometido “velar” por su sepelio para que se vea maravillosa, como siempre lo ha sido.
Con Adela fuimos vecinas cuando vivíamos en Carrasco y yo le compraba la ropa espectacular que vendía, pues tiene un gusto extraordinario. Ahora por cierto ya no vende nada porque su yerno está enfermo y le cuidan entre su hija y ella, que si no, estaría dale que va¡¡¡ Me pregunta cosas que me ha preguntado hace pocos días por teléfono y yo le digo: “pero mujer, si ya me lo preguntaste 30 veces¡¡¡¡” y ella, sin dudar un instante me replica: “y qué me respondiste en las 30 ocasiones?” jajajajajajaja
Juro que me divierte esa mezcla de bisabuela de Caperucita Roja, con Cenicienta pronta para ir al baile real. Siempre fue una señora de familia que vivió cual lady luego de su divorcio, pero sin mayor pena ni gloria en cuanto a su vida sentimental. Cuando recién nos conocimos y comenzó nuestra amistad –primero sólo fue una relación comercial- no se atrevía a contarme sus “intimidades”, porque me veía como a otra hija, según me ha dicho. Pero cuando comenzó con las preguntas “¿tú qué pensarías si tuvieses una amiga ya mayor, que te cuenta que se ha enamorado de un hombre unos cuantos años menor?, que está loca, no?”, nuestra amistad se afianzó cuando le dije que le respondería “al fin a desempolvar¡¡¡¡¡¡”. Terminé siendo una suerte de “Doctora Corazón”, al punto que un día me llama desde el mismísimo baño del hotel, refugio de su amor, para pedirme ayuda respecto a cierta “situación un tanto engorrosa”. Confieso que pensé que el infelíz había muerto en pleno intento, se encontraría desnudo y boquiabierto en la lujosa cama del hotel y tenía yo que actuar cual sospechosa de CSI Las Vegas o Miami, borrando huellas, pero no: él le había pedido desayunar juntos y entonces ¿qué le diría ella a su hija de por qué no regresaría a dormir a su casa?. Respiré profundo, de verdad.
Es una mujer envidiable con un temple fuera de serie, aunque por momentos se desmorone, como cualquier otra. Es que así somos. Mujeres de cualquier edad, de cualquier estilo y condición, mujeres que nos enamoramos, que nostalgiamos, que nos reímos y que lloramos, que nos desilusionamos y nos volvemos a ilusionar, que nos peleamos con el mundo a cada momento y a cada momento nos volvemos a reconciliar. Mujeres que día a día ……………. danzamos con lobos.

6 comentarios:

Eugenia dijo...

Que belleza de persona, me recuerda a mi abuela. Ella nos pedía que le hiciéramos moños y peinados recogidos para cuando venían "las visitas".
Me enterneció mucho el relato.

Zully dijo...

Helenissssss, gracias por compartir el sentir que en mí despierta esta "veterana de guerra", como le digo yo, jajajaja. Es un sol de verdad. Y pese a que no nos vemos frecuentemente, nos hablamos por teléfono. Ella dice que le levanto el ánimo, aunque en realidad es recíproco pues su sentido del humor y sus halagos me hacen la mar de bien¡¡ Un beso, tocaya de antiguo nick¡

Anónimo dijo...

También a mi me encantó tú relato ...pero más que acordarme de mi abuela(que no tengo buenos recuerdos de ella )recuerdo a esas amigas entrañables ,ya un poco mayores de las que aprendes tantas cosas y que siempre están ahí cuando las necesitas ...sú amistad es un tesoro que yo procuro cuidar ...
Un beso para tí y otro grande para Helenis

Zully dijo...

Pilaricaa, cariño¡¡¡ jajajajaj mira que ésta Helena es otra uruguasha con quien coincidimos en éste mundo de la blogosfera, o como se le diga¡¡ pero ha sido pura casualidad, que no es la Helena de MM, eh?
Itxa, amigas así es un gusto tener en la vida, sin importar la edad, diferencia generacional ni ná de ná. Que a la larga o a la corta, las historias son bastante similares, a qué si?
Besos gigantes y transoceánicos, amiga mía¡¡¡ Te quiero un montón, lo sabes verdad?

Anónimo dijo...

realmente es muy bonito compartir tu amistad con alguien mas GRANDE ya que generalmente nos olvidamos de ellos...... los que nos dieron todo ...un besito

Zully dijo...

Mezze, es que creo que cuando te vuelves amiga de alguien, la edad pasa a ser un detalle solamente, no? Además que una aprende un montón, vaya que si¡¡¡, jajaja.
Un besazo para tí, cariño