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viernes, 7 de noviembre de 2008

El amor es una putada - Aprendiendo sobre el desapego


Hace unos años atrás tuve un amor gallego que sin saberlo, o en forma no intencional al menos, me enseñó que el amor es desapego. El ni puta idea que me lo estaba inculcando y yo mucho menos que lo iba aprendiendo. Juro que inicialmente no lo asimilé como tal, sino que lo tomé como una coraza que forjé para dejar de sufrir ante su indiferencia. Interpreté "desapego" como algo no deseado, algo que quería dejar de sentir y por eso buscaba aislarlo de mi vida.
En la relación nuestra ocurrió que yo era una suerte de oso hormiguero que intentaba succionar el aire que él respiraba, le atomizaba sus espacios, le llamaba cual desaforada a todos sus móviles y a su trabajo, le invadía su correo con mensajes chotos y cholulos al estilo "hola pichiruchi, te extraño"; "bichi, se te quiere por aquí"; "oye, te llamo y no respondes, mi vida¡¡¡¡". Pero la tecnología tiene esas cosas: los mails enviados quedan guardados aunque pasen los años en el archivo; los mensajes del msn también, y cuando ha transcurrido el tiempo, es decir años y un día por sentirte nostálgica te pones a releerlos, te dices: "hija mía, eras tan pelotuda que escribías tanta chorrada?, es que acaso estabas pirada y sin medicina en la mesa de luz, o qué?". Y convengo que de estar yo en el sitio de él, me hubiese mandado a la miércoles a la primera de cambio¡¡¡¡ Obvio, el tipo huyó despavorido¡¡¡ Además no era un chico por cierto, sino una persona unos años mayor que yo apenas, con su estructura ya encima por demás parca en cuanto a demostración de afectos, no solamente conmigo -y no lo digo para sentirme menos minusválida- sino en general.
Lo extraño fue que no nos separamos porque mantuvimos una conversación y llegamos a un mutuo acuerdo, o -pese a lo que sufría por esa ceguera que tenía yo encima- nos llevásemos mal pese a la distancia -él en España y yo en Montevideo, viéndonos de tanto en tanto, vaya kilometrajes recorridos¡¡¡- sino porque además de todo eso, se dieron una secuencia de hechos reales en su vida, según él cuenta, que aún al día de hoy ignoro en su mayoría. Pero eso no hace a la cuestión. Lo que sí importa saber a estos efectos es que pese a todo, yo seguí enamorada de ese hombre. No me pregunten qué extraño químico inhalé, qué elíxir tomé en una de esas noches de vino y charlas, pero lo cierto es que aunque transcurrieron los años, no logré arrancarlo de mi corazón por mas investigaciones que hice para que me operasen. Creo que lo mejor hubiese sido un transplante a corazón abierto, pero aún así, no sé si habría funcionado.
Un buen día nos "reencontramos" por teléfono -llamó él primero-, comenzaron a aparecer mails suyos en mi correo ante mi sorpresa y yo respondí por cierto que fascinada¡¡¡¡¡ Pero lo mas extraño en mí fue que si bien tuve -y tengo- muchísimos deseos de verlo, de estar con él, de charlar con él en persona, de reírme a mandíbula partída como lo hicimos antaño juntos, ya no me preocupa si manifiesta o no si me quiere o no me quiere, si me desea ver o no. O sea, ya no deshojo margaritas porque definitivamente se que lo quiero y se que él también me quiere a mí. Es una convicción que nace desde una parte de mi corazón que desconocía; es ese no importarme si nos vemos en ésta vida o en la próxima; si llegaremos a tener una historia de amor juntos o simplemente seremos amigos forever. Sencillamente no me importa. Me basta con quererle así, tal cual es él, porque quizás sea egoísta de mi parte, pero lo que mas me fascina es cómo me siento yo cuando él está en mi vida. Y estar en mi vida no quiere decir estar pegado a mí, amalgamada yo a él, pendiente de si sale con una o con otra, si me escribe o no lo hace. Sencillamente no me importa. Lo que por él siento es menos mezquino que un polvo de una noche o que una aventura de varios días. Me transmite una energía tan vital todo él, que realmente lo demás pasa a ser secundario. Le quiero a él y a sus circunstancias......... pero digamos que sus circunstancias me importan menos, ya no tanto como a la loca del período anterior. Simplemente dejo que todo fluya, que se decanten los acontecimientos por sí mismos. Si algo tiene que ocurrir, ocurrirá. Me importa el aquí y ahora, el saber que él está allá y yo aquí y aún así, sintonizamos la misma frecuencia. Vivir el momento. El hace su vida y yo la mía, pregunto lo menos posible y no como estrategia, simplemente lo necesario, tomo lo que me ofrece, él tampoco pregunta por lo que imagino que piensa como yo. Y eso no significa que no me importe, que no me interese su mundo, sus sentires, sus pasiones y tristezas. Todo lo contrario. Me importa muchísimo y ocupa un lugar bien importante en mi vida luego de mis hijos, pero creo que justamente aprendí -y sigo aprendiendo- que le quiero lo suficiente o tanto como para dejarlo libre, para que vuele a sus anchas y como le plazca. Recién ahora comprendí el concepto que comenzó a horadar en mí a puro dolor al comienzo y de chiripa, de veras que fue duro, me costó muchísimas lágrimas antes y alguna que otra al día de hoy. Todo aprendizaje requiere de un método. Me gusta pensar en esa enseñanza de vida como en una escalera cuyos escalones voy subiendo muyyyyyy lentamente, peldaño a peldaño. Pero no crean que es así de fácil, como el aviso del horno con pirólisis o qué se yo, que en un plis, plas funciona¡¡¡
El desapego implica "vivir el momento", vivir en el aquí y en el ahora y permitirnos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Y eso es estupendo sinceramente, porque con ello renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día. Implica aceptar la realidad, los hechos tal cual son y a las personas tal cual vienen conformadas. Y reitero, no es tarea fácil, se requiere de mucha paciencia, de mucho estar a solas consigo mismo.
Si es que lees este post, te pido que veas en mí a una aprendíz con muchas fallas aún en la aplicación del concepto. Y justamente por eso, porque aún no terminé de asimilarlo es que te pido que por ésta vez, no te vayas. Quedáte conmigo un poco mas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy te visite de nuevo ......como siempre ......me gusta lo que escribes !! Yo creo que con los años no nos ponemos mas viejos sino que más sabios ......un beso

Anónimo dijo...

Huy el gallego amiga mía ...todavía anda circulando por tú alma ¿que tendrá el gallego ?pero como dice mezze los años nos ponen más en nuestro sitio y sentimos el amor de otra manera ....menos posesivo y menos egoista ...yo sigo esperando que llegue -jajaj Quizás pido demasiado ...pero no tengo prisa o un buén amor o nada...Besos de itxa

Zully dijo...

Es probable Mezze que sea como tú decís, los años nos hacen mas sabios, mas cautos, mas ............ qué se yo¡¡¡ Un besazo para tí amiga, que he visitado tu sitio y no me ha permitido comentar¡¡

Pilarica, hermosa¡¡ ¿qué tendrá ese puto gallego, no? jajajajajaja, sinceramente no lo sé y ya lo hemos hablado. Pero lo siento así, como que hemos estado conectados desde siempre, qué se yo. No sé si creo o no en vidas pasadas, pero lo estoy meditando seriamente¡¡¡ Ese embrujo que con su tierra tengo -al margen que toda España me parece bella- es muy fuerte, ya lo sentía de niña y cuando le conocí a él, en parte entendí el porqué.- Y tú tranquila, te mereces lo mejor amiga mía. Un besazo