Del derecho y del revés

Mi Santa Rita está apabulladoramente hermosa este verano. Será que dejé de prestarle atención, que permití que creciera a su aire, sin cortar sus gajos que casi nos impiden el acceso a casa y se regara  cuando llueve? Las de mis vecinos en cambio, que han sido cuidadas, fumigadas, regadas y demás adas, apenas si han dado una flor alguna de ellas. En cambio  la nuestra está rebozante y pletórica de flores,  aún cuando casi tengamos que entrar a casa cual  Tarzán cortando lianas y rasguñadas  como por gatos, pues sus ramas tienen espinas. Pero es tan bonito el colorido de sus flores¡¡¡¡
Quizás ha sido suerte solamente, quizás el decurso propio de la naturaleza, no lo sé.
Y sin querer queriendo,  trazando un paralelismo entre mi Santa Rita y mis relaciones en general, he descubierto que cuando no he intentado cambiar a alguien -muy de  humanos el intento-, es cuando más he recibido y más auténtica ha sido la misma y a la inversa, cuando más han intentado cambiarme, es cuando menos he ofrecido y me he mostrado no como soy realmente.
Tal vez por eso, algunas relaciones florecen como mi planta, no por falta de atención, sino porque simplemente las dejamos ser,  libremente, tal cual son, sin intención de cambiarlas. Se que es difícil llegar a aplicar el "let it be", el no dejarse seducir por esa voz interna que sugiere "dile que haga esto o lo otro; que diga aquí o allá; que no haga lo de mas allá",  "que cambie tal o cual cosa", y a su vez comprendo que del otro lado muchas veces, pueda resultar casi imposible la resistencia.
Hoy por hoy mas o menos, yo se quién y como soy y me acepto (aunque algunas veces, me ponga en penitencia yo misma¡¡¡). Dependerá del otro si me acepta o no,  pues como dice Machado -y lo interpreta genialmente Serrat- "del derecho y del revés, uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto".
Pero está bueno a esta altura del partido, el darme cuenta en qué fallé  en múltiples ocasiones.

No escojas sólo una parte
tómame como me doy,
entero y tal como soy,
no vayas a equivocarte.

Soy sinceramente tuyo,
pero no quiero, mi amor,
ir por tu vida de visita,
vestido para la ocasión.
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio.

Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado.

No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete
si quieres, probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.

Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés,
uno sólo es lo que es
y anda siempre con lo puesto.

Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio.