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martes, 24 de febrero de 2009

Pequeña felicidad

Cuando cumplí 8 años mis padres tomaron la decisión de ir a probar suerte a Tacuarembó –casi 400 kmt. de Montevideo- abriendo una parrillada frente al antiguo estadio de aquél departamento, pegado a la Laguna de las Lavanderas.
Fue mi primer viaje en tren con camarote. Aún puedo recordar a mis tías despidiéndonos en la Estación Central con lágrimas y saludos con pañuelos como si nos fuésemos a otro país. Pero lo que tengo grabado en la retina tan nítido como si hubiese sido recién, es la luna llena imponente que nos acompañó aquella noche. No podía yo conciliar el sueño pese al rítmico compás de las ruedas del tren repiqueteando contra los rieles, que no paraban de repetir la frase que creí decían sin cesar: “cuatropesospocaplata; cuatropesospocaplata; cuatropesospocaplata”.
La luna se me hacía tan próxima y era tan luminosa, que me permitía ver el ganado y los árboles tan coloridos, casi como si de día fuese. Esa noche descubrí mil figuras en la luna, desde la madre con su niño, hasta el hada de mis sueños susurrándome que todo sería maravilloso en ese nuevo destino. Finalmente me dormí, confiando en las palabras de mi hada. Sin embargo empresarialmente, a mis padres no les fue nada bien. Pero el Estadio viejo y la Laguna de las Lavanderas pasaron a formar parte importante de mi historia personal. Aún puedo ver al negro Marcelino -cuidador del estadio con casi 70 años- que apenas vió desde su casa que había un camión de mudanzas en la casa deshabitada, no dudó en cruzar la ruta con su mejor traje y sombrero, y con un estilo de lord inglés se inclinó primero ante mi padre, luego ante mi madre y dijo: “para todo aquello que pueda servir de obstáculo, cuenten conmigo. Marcelino Pérez a sus órdenes¡¡¡” .- Aún hoy día con mi madre, cuando estamos ante una situación similar a la de una presentación o de ayudar a alguien, entre nosotras y riéndonos, utilizamos la frase del querido Marcelino. Siempre mechaba en la charla –le teníamos todos los días de visita en la parrillada- alguna frase o palabra que había aprendido o sentido de rebote, pero que a él le sonaba como muy importante y grandilocuente.
Hoy, viendo un aviso de la Patria Gaucha en tv, que se celebra todos los años en la Laguna de las Lavanderas, me invadieron los recuerdos, los sueños rezagados, las nostalgias de la alegría vivida, la inocencia mas pura de otrora.
Hoy se definitivamente que mi hada no se equivocó pues en Tacuarembó, viví los años mas dorados de mi infancia. Claro que eso lo comprendí ya de adulta, como todo “darse cuenta de…….”. Porque madurar, lleva su tiempo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Zully ,llevo unos días sin mantarte un saludito...pero ando metida en lios de tuberias y aguas por todas partes ,pero siempre tengo un ratito para leer tús posts,el de hoy me produce mucha nostalgía de los años vividos y de sus recuerdos ...siempre vivimos las cosas mejores sin darnos cuenta de lo buenas que son ...he aprendido algo con los años y es qué disfruto los pequeños momentos de felicidad en presente.
Muxus

Anónimo dijo...

Precioso.
Que bonitos son los recuerdos de infancia aunque a veces, como en este caso, no sean todo lo alegres que posiblemente hubieses querido. Mirarlos siempre alegra y aunque las situaciones sean duras, al paso del tiempo, se recuerdan con dulzura.

Sobra cualquier cosa mas que diga :)
Un besazo y gracias por hacer que viajemos en un tren leyendo cosas como estas.

goyo dijo...

que bonito recuerdo...
que lo difrutes !!!
un beso

vico dijo...

un precioso post...a mi me emociona leer recuerdos de la infancia de otros (as),

tiene una frescura este texto que me dejo sencible...

un abrazo!

Daus dijo...

Los recuerdos, son hermosos y siempre como dices uan se da cuenta tarde.. o bien cuando se ha madurado un poco..

besos

Luis dijo...

"cuatropesospocoplata, cuatropesospocoplata.."

Ahhhhhh,,,,,,!!! ¡Qué descanso! ¿Así que era eso lo que repetían sin cesar los autistas trenes de antaño? Yo creía que decía "¡vámonospalmalecón! Se ve que los raíles españoles eran más lanzados y no padecían crisis.

Rememorar la infancia siempre es un placer, porque nuestra memoria selectiva está organizada de tal manera que sacamos brillo a los mejores recuerdos con un tesón de limpiabotas ambulante.

Mi mejor recuerdo de infancia es un día que un señor que trabajaba en la plaza de Abastos de Madrid iba a ingresar dinero al banco cercano. Caminábamos mi madre y yo tras él. Como el dinero lo llevaba en un cucurucho de papel, se le abrió y se le desparramaron todas las monedas como cuando se abre una bolsa de pistachos. Mi mami se apresuró a ayudarle a recoger las monedas, yo igual, una a una las íbamos cogiendo y entregándoselas al hombre, agradecido. Cuando terminamos la labor, el hombre quiso recompensar a mi mami, pero no se lo aceptó. Se fue el hombre. Nosotros caminamos unos metros hasta perderle de vista. Yo tendría unos ocho años. Y, de pronto, mami dijo "volvamos, Luisito, que seguro que hay más", así que regresamos y , efectivamente, tras un arduo rastreo, debajo de los coches aparcados y dentro de rendijas de alcantarillado, encontramos más monedas. Después mamá se metió en un kiosko, y me compró con todas las monedas que habíamos conseguido un montón de sobres de cromos de una colección preciosa que estaba haciendo sobre animales salvajes. En mis manos no cabían todos los sobres que me había comprado mi madre. Nunca había tenido en mi poder tanta cantidad de tesoro, y nunca más he vuelto a experimentar un gozo tan intenso de posesión siquiera parecido.
Ahora, que tiene 75 años y no podría agacharse a recoger ni una moneda, le recuerdo aquél episodio de vez en cuando. Me gusta rememorarlo con ella.
-" Mamá, ¿te acuerdas del hombre aquél que se le cayeron las monedas y todos los cromos que me comprastes? ¡Qué feliz fui, mamá, no lo sabes bien..!
- " Sí, cariño, sí lo sé. Nunca he olvidado cómo agarrabas contra tu pecho con tus pequeñas manos todos los sobres de cromos que compramos con esas monedas, con cuidado de que no se te cayeran. Tenías miedo de que te pasara lo mismo que al señor del cucurucho del dinero. Me reí mucho viendo tu carita de felicidad"

Mi madre se gastó conmigo en cromos una fortuna que nos salió al paso, en una época en que mi casa necesitaba hasta la última peseta para comer.

Qué bien me siento siempre contigo, Zuly. Y lo peor es que ya no me quedan gracias que darte. Están agotadas. ¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo te puedo agradecer los buenos momentos y los buenos consejos que me has dado?

Un beso, preciosidad.

Zully dijo...

Pilaricaaaaaa hermosota¡¡¡ Cómo andas, tantos días que no te leía? Pues si entre líos de tuberías y aguas andas, hija míaaaaaaa, resulta sospechoso, eh? jjajajajaja espero que todo se haya arreglado o esté en vías de. La infancia es una época deliciosa, lamentablemente aprendemos a apreciarla cuando ya la hemos pasado. Pero es que aquellos son recuerdos, quedaron en el pasado. Hoy aprendes a disfrutar el día a día, la felicidad que grande o pequeña, entre tuberías y guiños obtienes -al decir de Vicky por ahí- de a gotas o por toneladas, depende. Un besazo Itxaaaaaaaa, tkm [;]

Gorkisssss¡¡¡ dos nacionales juntos, eh?, qué buena coincidencia. Por cierto que a mis padres no les fue bien del todo, al paso del tiempo tuvieron que vender la parrillada y dedicarse a otras cosas. Sin embargo mi niñéz esos años ahí fue indescriptiblemente bella: yo era una citadina que hablaba "ay, nene no me tires del pelo"; "le voy a decir a mi mamá"; "maestro, ese niño está diciendo feas palabras" -3er. año de escuela pública, figúrate- en una zona de gente muy rural, hijos de chacreros, peones, arrieros, trabajadores de frigorífico. El comienzo te confieso que fue durísimoooo¡¡ Había un chico que era terrible: Horacio Quiroga se llamaba, precisamente, que como yo tenía el pelo muy largo y lacio, me tiraba abrojos en plena clase, que no me los podía quitar¡¡ Las de penitencias que se comió el tal Quiroga desde que comenzó a compartir clases conmigo¡¡¡ Fijáte que el barrio donde vivíamos se llamaba "Barrio López", pero le decían "El barrio de los cowboys"¡¡¡ jajajajajaja Ahora que lo pienso, no sé si no habrá sido ahí donde abracé mi inclinación de penalista, eh? jajajaja
Un besote Gorka, gracias a tí por estar, como siempre :)

Goyo holaaaa¡¡ Los recuerdos tienen eso, que como los tienes ahí, tan dentro de tí, los disfrutas cuando los vuelves a recrear. Al igual que te pasa a tí con los tuyos, que he querido opinar y no he podido hacerlo con mi nick. Un cariñazo

Vicky, que tú eres sensible, mujer¡¡¡ que te haces la Clint Eastwood muchas veces y al rato te salta la dulce. Me alegra que te haya gustado. Te mando un besote.

Daus, chilenissssss¡¡ por qué será que pasa eso, no? Bueno, cuando somos pequeños, es lógico que así sea pues siempre vamos "de prisa, de prisa". Todo el tiempo nos parece poco y vivimos atropellando el mundo. Lamentablemente nos damos cuenta de lo bella que fue nuestra niñéz, cuando ya estamos en la adolescencia -ahí no tanto- sino ya en nuestra adultéz. Recién ahí apreciamos la ternura de esa etapa. Sinceramente yo no puedo quejarme de no haberla vivido intensamente, con muñecas, tacos, muñecos de barro, bicicleteadas a campo bajo la lluvia, penitencias y cuentos. Pero aún cuando hoy soy más que adulta, me divierto como loca con las pelis de niños y con los dibujos animados mas viejos. Creo que quien más, quien menos, todos llevamos aún a un niño dentro, no?.- Besotos por ahí¡¡¡

Luisitoooo¡¡ jajajaja así que tú traducías el hablar del tren de esa manera, eh?
Vaya que la memoria se vuelve selectiva¡¡. Atesoras aquellos momentos, aquellas vivencias que quedaron tan grabadas en tí, como si de tu colección de cromos mas querida se tratase. Sería estupendo vivir como Benjamin, no crees? -aún cuando todavía no la ví¡¡- que a ésta altura de nuestras vidas fuésemos recién preadolescentes, pero eso si, con la sabiduría de nuestros años. El mundo sería nuestro¡¡¡ Cuántas locuras volveríamos a vivir sabiendo sus consecuencias de antemano y cuántas dejaríamos de hacerlas¡¡ En fin, pero así es la vida y la memoria selectiva, que nos permite regocijarnos en aquellos sitios que han quedado tan compartimentados y donde podemos acudir cuando queramos, pues sólo nosotros tenemos la llave.
Luisito, tú eres un pillo¡¡ que tú eres un sol y sabes decir las palabras precisas en el momento justo. Te aprecio un montonazo, de verdad que si. Te dejo un besote gigante :)) y deja las gracias para los monos en la plaza¡¡ jajajaja

Daus dijo...

Yo recordando (si me quede pensando sobre tu entrada) no se si tuve una infancia feliz feliz... los cambios de un lado para otro, pocas amistades, nada de juegos... solo algunos que dicho sea de paso lo escribi en unas de mis primeras entrada en este blog. pero de eso nada mas...

ahora bien me estoy tomando mi revamcha... y bastante bien me ha ido...

disfrute como niña de 10 estas peliculas
* Wali-e
* madagascar 1 y 2
* buscando a nemo
* la era del hielo 1 y 2
* horton
* el extraño mundo de jack
y blabla blabla


ahora recien a mis 20 y tantos disfruto de una infancia atrasada pero = de linda....

creo q voy desfasada por la vida...

besos

Zully dijo...

Daus, amiga te confesaré algo: pese a mi niñéz preciosa, me devoro todas las pelis para chicos -junto con la mas peque ahora- y si no, sola en dvd. Eso por un lado. Pero por el otro, moríiiii en Disney¡¡¡ hice colas 2 y 3 veces en las montañas rusas, en el submarino, en las tazas, en todos los juegos. Aquí en Uruguay tenemos un parque muy pobrecito, pero de tanto en tanto me doy una vuelta en la montaña rusa que es un fiasco, pero bueeeee. Mi ilusión fue la última vez que estuve en Madrid ir al Parque de Diversiones, pero justo el día que elegí estaba cerrado. Es que no entiendo cómo funciona el asunto de los parques de diversión, en fin. Por eso te digo chilenis, que con o sin niñéz vivida, todos seguimos llevando algo de niños en nosotros.
Un besazo por ahí