De prisa, de prisa.

Si el año que inicié hace pocos días continúa a éste ritmo, prendé candela¡¡¡ Entre el jueves pasado y el domingo tuve una diversidad de festejos cumpleañeros que fueron: desde el normalito y casero en family solamente el mismo día 4, donde sólo hubo brindis; el del sábado entre amigos, que entre pitos y flautas terminó a las 4.00 am donde contamos, cantamos, libamos, y sobretodo reímos a mandíbula partida - me gusta reír, pero cuando en ocasiones especiales como ésta, tomo algún vinito delicioso blanco muyyyyyy frío, me lo bebo como quien toma Coca Cola helada. Claro, al rato comienzan a notarse sus efectos, y me doy cuenta que el "daño colateral" no es el mismo, y es cuando comienzo a reírme como loca-; y rematando la ronda de festejos, el domingo mis "defendidos" del Marconi me habían organizado un asado con chinchulines, chorizos, morcillas, riñón y mollejas, asado, cerveza y helado¡¡¡¡. Juro que a éste último festejo estuve a punto de negarme a concurrir. Pero fue tanta la insistencia, sobretodo de parte del "Coco" que se está rehabilitando y tiene 4 hijos en escalerita, el mas chiqui tiene 1 año, que realmente me pareció un reverendo desplante el no ir. El Marconi es uno de esos lugares que nunca terminás de definir si es asentamiento, cante o barrio. Ahí conviven el malandro mas pichi que duerme en la calle, sin un peso -por latero- y al que han echado 100 veces de su casa, con el otro, el mas vivo, el que apenas llegó a 3° de escuela pero a fuerza de muchas "canas" -por diversas causas- aprendió el "oficio" y hoy tiene una 4 x 4 que la estaciona frente a su casa, ésta edificada a todo lujo en un terreno cedido por la Intendencia. Incongruencias de la vida o del Estado, qué se yo. El único pedido que me hicieron para ese día, fue el de que no fuese vestida como "dotora", a lo que accedí fácilmente ya que era domingo. Por cierto que mientras duró el almuerzo, los rati pasaron como 10 veces, eh? lo gracioso es que conocía a la mayoría de ellos también y me saludaban¡¡¡

Y del Marconi, ayer martes al Radisson del Victoria Plaza¡¡¡ donde los cuatro hombres que me rodeaban -bendita fuí entre todos¡¡- hablaban de golf, de la bolsa de aquí y de allá, términos nuevos en inglés que ni sabía de su existencia, y donde me presenté con mi mejor estilo de "doctora" -con aparcamiento en la "c"- para no desencajar. Mientras todos hablaban, opinaban y demás, yo me imaginaba vestida de sport "a pedido del público" como el domingo, pero en esa misma sala, ante esos interlocutores. Y quise volver al asado¡¡¡ Mundos distintos, realidades antagónicas, pero sé bien que en algún lugar, no sé exactamente donde aún, existe un punto de conexión.

La sensación que tengo por estos días es que como en la película "De prisa, de prisa", los acontecimientos se producen tan rápida y velozmente que literalmente siento que el pelo se me vuela, como si fuese en una moto y sin casco (y es mío, no uso peluca). No llego a terminar de pintar un cuadro para verme inmediatamente, comenzando otro. Como cuando viajé en el Ave a Toledo o a Zaragoza. No es que no disfrutase del paisaje, sino que al ir tan rápido el tren, la vista no podía descansar demasiado tiempo en un punto fijo.

Y como broche final, inesperado como siempre es él, ésta tarde-noche apareció "Lord Voldemort" al teléfono con música de mariachis¡¡¡¡ clinck, caja. Cerrá y vamos. Fue la deliciosa cereza de la torta, dentro de esta variada gama de eventos inusitados.