¿Crisis afectiva?

Viviendo, escuchando, contando, recorriendo, leyendo en la web, parecería ser que muchas de nuestras historias afectivas suelen tener preferencia por lo triste, por el hamaque en la nostalgia, por los deseos –de momento o para siempre- no cumplidos: por el amor no correspondido de la forma en que lo necesito o necesité; por el amor que no fue; por el que no pudo ser. Y pienso –ejercicio que realizo de tanto en tanto- que muchas veces quizás, hay mucha teoría detrás de esta tendencia. Creo que muchas veces queremos ser tan racionales en temas del corazón y olvidarnos de los boleros, que no nos permitimos ser como nuestra esencia nos marca u ordena. Quemados tantas veces con leche, vemos la vaca y lloramos, no? Pienso que hoy por hoy, en un mundo tan convulsionado por “crisis bancaria”; “crisis hipotecaria”; “crisis económica”; “crisis familiar”……………etc., también estamos tendiendo a poner a los afectos en zona de especulación o de crisis.
Lo leí en "El arte de amar", de Erich Frohm, en otros ensayos que también hablan sobre el amor y en una “Cosmopolitan” vieja en la peluquería: quien no se ama a sí mismo y no se conoce a sí mismo, no puede amar. Chau, sonaste, es lapidario¡¡¡ si nunca llegaste a saber bien quién cornos sos y encima -o aún sabiéndolo a medias- no te podés amar ni un cachito ¡olvidáte de amar a otro¡¡ Y parecería ser que es algo así como el “to be or not to be” de Hamlet, porque no sé si alguna vez hasta no lo escuché en el informativo, eh?
Probablemente a Frohm le haya funcionado la hipótesis, para luego enunciar su teoría y de ahí arribar a tales conclusiones, bien por él y ojalá haya tenido éxito en su vida personal. Pero vos, yo y el resto de los mortales que somos reacios a las fórmulitas, qué?. Porque vayamos quitándole la filosofía profunda al asunto y pasemos al plano de lo concreto: quién se conoce a sí mismo en un 100%? Yo creo que nadie¡¡ Podremos llegar a tener aproximaciones a cómo creemos que somos, pero la certeza absoluta? lo dudo.
Cuántas veces afirmamos " yo soy de ésta manera y no voy a cambiar", o en una charla entre amigos, ante una hipótesis sobre la cual los demás opinan y nosotros, hasta con orgullo te diría, sostenemos “mirá que me conooozcoo y sé que no voy a hacer eso que estás diciendo¡¡¡”, y luego resulta que a la vuelta de la esquina te encontras ante una situación, de la que mas tarde decís o pensás, "a la fresca¡¡ y por qué actué de esta forma en este asunto, si siempre hice o sostuve lo contrario? ¿no era que me conocía a mí misma y encima me amaba como creía que era?” . Entonces será que nunca estaré apta para amar?
Hace un tiempo atrás estando con un amigo, le escuché hablar por el móvil con su hija en estos términos: “niña, no seas tonta¡¡¡ te prohibo que llores por ese imbécil. El no merece tus lágrimas porque no te quiere, pero tú eres una reverenda tonta por cuanto no te valoras ni te quieres”.- Obvio que apenas cortó, nos trenzamos en una discusión larga y profunda con el discípulo de Frohm¡¡¡¡. Porque su hija recién con 19 años presa de una desilusión amorosa, lo menos que espera de su padre o de quien sea, es esa dosis de realidad proveniente de la teoría y la experiencia de un hombre ya vivido¡¡¡¡¡¡ Que al fin y al cabo, somos seres humanos con sentimientos ¡a Dios gracias¡ y no piezas de un robot infernal, digo. Por supuesto que la chica llorará todo un río, al mejor estilo Maná, se quedará sin lágrimas, como Luis Miguel en su bolero y volverá a querer de la forma que ella quiera que le quieran¡¡¡ Tiempo al tiempo, démosle oportunidad a las experiencias, que de ellas se aprenden pero no pretendamos extrapolar vivencias¡¡
Yo me quiero a mí misma aún cuando muchas veces haga cosas que vayan en contra a la que creía, era yo; aún ante el “descubrimiento” de ciertas reacciones mías frente a determinados hechos, actitudes o situaciones en general. Pero en la medida que pese a no conocerme del todo, igualmente me quiero, y no sólo me quiero a mí, sino que encima amo a otra persona, la llevo jodida¡¡ Creo que la teoría se fue al carancho conmigo entonces.